Ejercicio y Apnea del Sueño

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La apnea del sueño se caracteriza por la obstrucción de las vías respiratorias superiores durante el sueño, lo que resulta en hipoxia, hipercapnia y despertares recurrentes.

Figura 1. Sintomatología de la apnea del sueño. Elaboración propia.

Se diagnostica mediante polisomnografía, que es una prueba que permite calcular el índice de apnea-hipopnea (IAH), es decir, la relación entre el número total de apneas e hipopneas y el tiempo total de sueño. La gravedad de la apnea del sueño está determinada por el IAH:

5,0-14,9 eventos/hora = apnea del sueño leve;
15-30 eventos/hora = apnea del sueño moderada;
> 30 eventos/hora = apnea del sueño grave.

La etiología de esta enfermedad es multifactorial e incluye cambios anatómicos, factores neuromusculares y predisposición genética (Pham & Schwartz, 2015).

Entre sus principales factores de riesgo, podemos destacar: ronquidos, retrognatia o micrognatia, género masculino, obstrucción nasal, edad superior a los 50 años, hiperplasia de amígdalas y adenoides, menopausia, macroglosia, obesidad, colapso del paladar blando y circunferencia aumentada del cuello (Dias de Andrade & Pinto-Pedrosa, 2016).

Figura 2. Manifestaciones clínicas de la apnea del sueño. Elaboración propia.

La apnea del sueño se relaciona con una variedad de trastornos cardiovasculares, que incluyen hipertensión arterial sistémica, isquemia miocárdica, arritmia cardíaca, accidente cerebrovascular y aumento de la rigidez arterial.

Recientemente, se ha asociado con una respuesta inflamatoria sistémica, que da como resultado aterosclerosis, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y cambios en el perfil de lípidos, lo que aumenta enormemente la morbilidad y la mortalidad en pacientes con apnea del sueño no tratada.

Figura 3. Comorbilidades de la apnea del sueño. Elaboración propia.

EFECTOS DEL EJERCICIO EN LA APNEA DEL SUEÑO

Durante mucho tiempo se creyó que los efectos beneficiosos del ejercicio físico en estos pacientes estaban relacionados con una reducción del peso corporal. Sin embargo, estudios experimentales y clínicos han demostrado que los beneficios del ejercicio son independientes de la pérdida de peso (Quan et al., 2007; Awad et al., 2012; Sengul et al., 2011).

1. Aumento del tono de los músculos dilatadores de las vías respiratorias superiores.

Durante el ejercicio los músculos respiratorios (en particular el diafragma) trabajan a mayor velocidad. Esto conduce a adaptaciones metabólicas y estructurales que mejoran la resistencia a la fatiga.

El ejercicio aumenta el reclutamiento y activación de los músculos respiratorios lo que aumenta el diámetro de las vías respiratorias superiores, reduce la resistencia de las vías respiratorias y permite oponerse al colapso faríngeo durante el sueño (Vincent et al., 2002).

2. Reducción de la acumulación de líquido en el cuello.

Durante el sueño, la posición reclinada contribuye al desplazamiento y acumulación de líquido en el cuello, lo que aumenta la compresión laríngea. Este mecanismo puede aumentar la gravedad de la apnea del sueño, dado que la mayoría de los pacientes tienen somnolencia diurna excesiva y un estilo de vida sedentario.

En el estudio de Mendelson et al., (2016), 34 individuos con enfermedad de las arterias coronarias fueron sometidos a 4 semanas de entrenamiento con ejercicios aeróbicos frente a otro grupo control.

Todos los participantes se sometieron a polisomnografía al inicio y durante el seguimiento, midiéndose las siguientes variables antes y después del sueño: volumen de líquido de las piernas, volumen de líquido del cuello, volumen de líquido torácico y área de la sección transversal de las vías respiratorias superiores.

El índice de apnea-hipopnea disminuyó significativamente en el grupo de ejercicio, en asociación con una reducción significativa en el cambio nocturno en el volumen de líquido de las piernas y un aumento significativo en el cambio nocturno en el área transversal de las vías respiratorias superiores.

3. Reducción del peso corporal.

El ejercicio físico puede reducir la gravedad de la apnea del sueño al reducir el peso corporal y la grasa abdominal.

Se ha demostrado que una reducción del 10% en el índice de masa corporal se asocia con una reducción del 30% en el índice de apnea-hipopnea (relación entre el número total de apneas e hipopneas y el tiempo total de sueño) (Peppard et al., 2000).

4. Efecto antiinflamatorio del ejercicio.

El tejido adiposo, particularmente la grasa abdominal, es rico en citoquinas inflamatorias.

La apnea del sueño puede modular la expresión y liberación de mediadores inflamatorios de la grasa visceral y otros tejidos.

Independientemente de la obesidad, se ha encontrado que los pacientes con esta enfermedad tienen niveles elevados de proteína C reactiva, TNF e IL-6, que se relacionan con somnolencia, fatiga y diversas complicaciones metabólicas y cardiovasculares (da Silva et al., 2013).

La adiponectina es una proteína secretada exclusivamente por el tejido adiposo blanco y tiene efectos antiinflamatorios y antiateroscleróticos. En estos pacientes, las concentraciones séricas de adiponectina se reducen, lo que aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular (Dias de Andrade & Pinto-Pedrosa, 2016).

El ejercicio induce la liberación de moquinas al torrente sanguíneo como la IL-6 e IL-10 que ejercen efectos antiinflamatorios directos mediante la inhibición del TNF-α (Pedersen, 2017).

El ejercicio, particularmente el aeróbico, tuvo un efecto significativo sobre la leptina sérica y una posible influencia sobre los niveles de adiponectina, lo que sugiere sus implicaciones terapéuticas (Yu et al., 2017).  El ejercicio físico, sin modificación concomitante de la dieta u otros cambios en el estilo de vida, se asocia con un aumento de adiponectina y reduce la inflamación sistémica asociada a la obesidad (Sirico et al., 2018).

Los pacientes con apnea del sueño que realizaban ejercicio regular tenían una reducción del 32% en el índice de apnea-hipoapnea (una reducción de 6,27 eventos/h) y una reducción del 28% en la somnolencia diurna, así como un aumento del 5,8% en la eficiencia del sueño y un aumento del 17,65% en el volumen máximo de oxígeno, no habiendo encontrado reducción significativa del índice de masa corporal (Iftikhar et al., 2014).

Los beneficios indirectos del ejercicio incluyen una disminución de la presión arterial, un perfil metabólico mejorado y una reducción del riesgo cardiovascular general.

Más recientemente, Aiello et al. (2016) realizaron un meta-análisis de nueve estudios y encontraron una reducción en el indice de apnea-hipoapnea y en la somnolencia diurna después del ejercicio como único tratamiento para la apnea del sueño.

5. Mejora de la calidad del sueño.

Recientemente, Kredlow et al. (2015) realizaron un meta-análisis de los efectos del ejercicio agudo y regular sobre la calidad del sueño y encontraron que el ejercicio puede mejorar el tiempo total de sueño, la eficiencia del sueño, la calidad y la duración del sueño.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aiello, K. D., Caughey, W. G., Nelluri, B., Sharma, A., Mookadam, F., & Mookadam, M. (2016). Effect of exercise training on sleep apnea: a systematic review and meta-analysis. Respiratory medicine116, 85-92.

Awad, K. M., Malhotra, A., Barnet, J. H., Quan, S. F., & Peppard, P. E. (2012). Exercise is associated with a reduced incidence of sleep-disordered breathing. The American journal of medicine125(5), 485-490.

da Silva Alves, E., Ackel-D’Elia, C., Luz, G. P., Cunha, T. C. A., Carneiro, G., Tufik, S., … & de Mello, M. T. (2013). Does physical exercise reduce excessive daytime sleepiness by improving inflammatory profiles in obstructive sleep apnea patients?. Sleep and Breathing17(2), 505-510.

Dias de Andrade, F., & Pinto-Pedrosa, R. (2016). The role of physical exercise in obstructive sleep apnea. Jornal Brasileiro de Pneumologia42(6), 457-464.

Iftikhar, I. H., Kline, C. E., & Youngstedt, S. D. (2014). Effects of exercise training on sleep apnea: a meta-analysis. Lung192(1), 175-184.

Kredlow, M. A., Capozzoli, M. C., Hearon, B. A., Calkins, A. W., & Otto, M. W. (2015). The effects of physical activity on sleep: a meta-analytic review. Journal of behavioral medicine38(3), 427-449.

Mendelson, M., Lyons, O. D., Yadollahi, A., Inami, T., Oh, P., & Bradley, T. D. (2016). Effects of exercise training on sleep apnoea in patients with coronary artery disease: a randomised trial. European respiratory journal48(1), 142-150.

Pedersen, B. K. (2017). Anti‐inflammatory effects of exercise: role in diabetes and cardiovascular disease. European journal of clinical investigation47(8), 600-611.

Peppard, P. E., Young, T., Palta, M., Dempsey, J., & Skatrud, J. (2000). Longitudinal study of moderate weight change and sleep-disordered breathing. Jama284(23), 3015-3021.

Pham, L. V., & Schwartz, A. R. (2015). The pathogenesis of obstructive sleep apnea. Journal of thoracic disease7(8), 1358.

Quan, S. F., O’Connor, G. T., Quan, J. S., Redline, S., Resnick, H. E., Shahar, E., … & Sherrill, D. L. (2007). Association of physical activity with sleep-disordered breathing. Sleep and Breathing11(3), 149-157.

Sengul, Y. S., Ozalevli, S., Oztura, I., Itil, O., & Baklan, B. (2011). The effect of exercise on obstructive sleep apnea: a randomized and controlled trial. Sleep and Breathing15(1), 49-56.

Sirico, F., Bianco, A., D’Alicandro, G., Castaldo, C., Montagnani, S., Spera, R., … & Nurzynska, D. (2018). Effects of physical exercise on adiponectin, leptin, and inflammatory markers in childhood obesity: systematic review and meta-analysis. Childhood Obesity14(4), 207-217.

Vincent, H. K., Shanely, R. A., Stewart, D. J., Demirel, H. A., Hamilton, K. L., Ray, A. D., … & Powers, S. K. (2002). Adaptation of upper airway muscles to chronic endurance exercise. American journal of respiratory and critical care medicine166(3), 287-293.

Yu, N., Ruan, Y., Gao, X., & Sun, J. (2017). Systematic review and meta-analysis of randomized, controlled trials on the effect of exercise on serum leptin and adiponectin in overweight and obese individuals. Hormone and Metabolic Research49(03), 164-173.

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