Un día te miras al espejo y decides que ya es hora de empezar a cuidarte y hacer ejercicio. No te gusta lo que ves. Pero entonces empieza un periplo un poco complicado…porque ¿adónde ir y a quién confiar el ejercicio que no has hecho durante 50 años; los dolores continuos de rodillas y de cadera; los problemas originados en el suelo pélvico por los embarazos y, en definitiva, la poca autoestima que te genera todo esto? ¿Por dónde empezar?
Hasta que un día, descubres a un entrenador personal a través de la pantalla que te transmite confianza…y decides probar…total, no pierdes nada…
Entonces programas una clase online y con más escepticismo que ilusión, empiezas el primer día de entrenamiento.
Y todo cambia: descubres que ese entrenador es un excelente profesional que te explica cómo te va a guiar en ese cambio; que te asegura que vas a ir avanzando a tu ritmo, no al suyo y que no ve limitaciones en tí; que se adapta a tí; que te enseña el porqué y para qué de los ejercicios que necesitas…
Después de varios meses entrenando con Víctor, aquel espejo donde me miré al principio, ya no tiene esa imagen de dejadez; la que ahora proyecta es la de una mujer fuerte; por dentro y por fuera.
Gracias por tanto.