El envejecimiento se asocia con pérdidas progresivas en la función cognitiva y el flujo sanguíneo cerebral. La tasa de disminución con la edad es del 0,35% al 0,45% por año en sujetos de mediana edad y ancianos. Estos cambios van a dar lugar a la pérdida de memoria, de la atención y a la reducción de la capacidad de aprendizaje, lo que conduce a un deterioro acelerado de la función cognitiva y a un mayor riesgo de padecer demencia y enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson. La realización de actividad física se ha asociado a lo que se conoce como envejecimiento cognitivo saludable y es un factor protector de las funciones cognitivas en las personas mayores, tanto en estados de envejecimiento cerebral normal como en diferentes fases de deterioro cognitivo.
Se ha demostrado que períodos cortos de inactividad física pueden disminuir el flujo sanguíneo cerebral en hasta 8 regiones del cerebro, incluido el hipocampo. El flujo sanguíneo cerebral es sensible a pequeños cambios en el estilo de vida de las personas, por lo que es necesario mantener una práctica regular de ejercicio para preservar la salud del cerebro. De hecho, la práctica de ejercicio físico de forma regular se ha asociado con el incremento del volumen cerebral en regiones relacionadas con las funciones cognitivas que declinan con la edad.
En adultos mayores, la práctica regular de ejercicio tiene un efecto positivo tanto en la función endotelial periférica como en el aumento del flujo sanguíneo cerebral en áreas como el hipocampo. Incluso los programas de ejercicio a corto plazo (como 3h de ejercicio aeróbico por semana durante 12 semanas), son suficientes para mejorar el flujo sanguíneo cerebral en reposo en regiones como el cingulado anterior y el hipocampo. El ejercicio provoca cambios en el cerebro a nivel anatómico, celular y molecular al inducir una cascada de procesos celulares y moleculares que promueven diferentes fenómenos fisiológicos, que incluyen angiogénesis, neurogénesis, sinaptogénesis y estimulación de factores neurotróficos que mejoran el aprendizaje, la memoria y la plasticidad cerebral. Por este motivo, el ejercicio ayuda a prevenir, tratar o ralentizar las condiciones neuropatológicas asociadas al Alzheimer y se posiciona como terapia adyuvante y como posible estrategia terapéutica, no sólo para mejorar los síntomas, sino también para prevenir o controlar la progresión de la neurodegeneración en enfermedades neurodegenerativas.
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No sé si entro ya en el grupo de adultos mayores pero el ejercicio físico y sobre todo de fuerza hace que me sienta joven