El cáncer de pulmón continúa siendo una de las enfermedades oncológicas más complejas tanto desde el punto de vista clínico como desde el rehabilitador. A pesar de los avances en cirugía, quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia, muchos pacientes experimentan una carga importante de síntomas durante y después del tratamiento: fatiga, disnea, pérdida de fuerza, alteraciones del estado de ánimo y un deterioro significativo de la calidad de vida.
En las últimas dos décadas, la evidencia científica ha demostrado de manera consistente que el ejercicio físico no es solo un complemento útil, sino una herramienta fundamental dentro del abordaje multidisciplinar del cáncer de pulmón. Sus beneficios abarcan desde mejoras objetivas en la capacidad cardiorrespiratoria y la fuerza muscular hasta la modulación de procesos biológicos implicados en la progresión tumoral, como la inflamación, la respuesta inmunológica o los mecanismos de apoptosis celular.
Beneficios fisiológicos del ejercicio.
- Mejora de la aptitud cardiorrespiratoria y la capacidad funcional
Uno de los efectos más relevantes del ejercicio en pacientes con cáncer de pulmón es el aumento del VO₂pico, un marcador clave de salud cardiorrespiratoria. Durante tratamientos como la quimioterapia, este parámetro puede caer hasta un 25%. El ejercicio, y especialmente el entrenamiento aeróbico, contribuye a revertir parte de este deterioro.
En pacientes sometidos a cirugía por cáncer de pulmón no microcítico, ensayos clínicos muestran que el entrenamiento aeróbico puede mejorar el VO₂pico entre 1.1 y 1.4 mL·kg⁻¹·min⁻¹ —cambios modestos pero clínicamente significativos, ya que la capacidad funcional predice complicaciones y supervivencia.
El HIIT (entrenamiento interválico de alta intensidad) destaca por su eficacia: un metaanálisis con 516 participantes mostró diferencias de hasta 2.11 mL·kg⁻¹·min⁻¹ frente al tratamiento habitual, con tasas de adherencia del 71-95%, demostrando seguridad y viabilidad incluso en pacientes oncológicos.
- Mejora de la aptitud cardiorrespiratoria y la capacidad funcional.
La combinación de ejercicio físico y entrenamiento respiratorio mejora parámetros clave como el FEV₁ y la FVC.
Un metaanálisis reciente confirmó que los ejercicios respiratorios reducen la incidencia de neumonía posoperatoria en un 65% y mejoran de forma consistente la función pulmonar.
Las recomendaciones basadas en evidencia indican practicar ejercicios respiratorios más de cuatro veces al día, durante al menos 15 minutos, manteniendo estas pautas durante una semana o más para obtener beneficios clínicamente relevantes.
- Aumento de fuerza muscular y prevención de la sarcopenia.
La sarcopenia es una complicación frecuente y grave en oncología pulmonar. Incrementa el riesgo de toxicidad, complicaciones, discapacidad e incluso se asocia con peor supervivencia. El entrenamiento de fuerza se ha mostrado como la estrategia más eficaz para prevenir y revertir esta pérdida muscular.
Las revisiones sistemáticas señalan aumentos de masa muscular del 1.6% al 5.4% en los grupos de ejercicio, y hasta un 42% de reversión de la sarcopenia, frente a mejoras mucho menores en los grupos control. Entrenar fuerza 2-3 días por semana durante 8-12 semanas es suficiente para observar beneficios, incluso durante la quimioterapia.
Impacto del ejercicio en los síntomas y la calidad de vida.
– Fatiga relacionada con el cáncer:
La fatiga es uno de los síntomas más incapacitantes, llegando a afectar al 80% de los pacientes. Los metaanálisis confirman que el ejercicio reduce de forma significativa su intensidad, con efectos mayores en personas menores de 60 años y en quienes incorporan prácticas como tai chi o qigong. Además, el ejercicio mejora la calidad de vida general y reduce la disnea.
– Disnea y síntomas respiratorios:
La sensación de falta de aire mejora gracias a la mayor eficiencia ventilatoria y a la mejora funcional del sistema musculoesquelético. Los programas de rehabilitación cardiopulmonar reducen la pendiente VE/VCO₂ y mejoran notablemente la tolerancia al esfuerzo.
Ejercicios sencillos como la respiración diafragmática o la respiración con labios fruncidos resultan especialmente efectivos cuando se realizan de forma regular (2-3 veces al día).
– Ansiedad y depresión:
Los trastornos del ánimo son frecuentes en cáncer de pulmón. Metaanálisis con cientos de participantes muestran que el ejercicio reduce de forma significativa tanto la ansiedad como la depresión.
Los mecanismos implicados incluyen mejoras en la calidad del sueño, aumento de neurotransmisores como serotonina y dopamina, y una reducción de marcadores inflamatorios y del cortisol.
Mecanismos biológicos: cómo actúa el ejercicio a nivel molecular.
Los efectos del ejercicio no se limitan a la mejora física: también interviene en procesos biológicos clave en la fisiología del cáncer.
- Modulación de la inflamación y el sistema inmunológico.
El ejercicio reduce las citoquinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6, IL-1β) y aumenta mediadores antiinflamatorios como IL-10.
Además, favorece un perfil inmunológico más competente al incrementar la actividad de células NK, fundamentales en la vigilancia tumoral.
- Activación de la apoptosis tumoral.
El entrenamiento aeróbico puede aumentar la expresión de p53 y activar vías pro-apoptóticas (BAX, BAK), reduciendo proteínas antiapoptóticas como BCL-2.
- Regulación de la angiogénesis y el crecimiento tumoral.
Aunque el área continúa en estudio, se ha observado que el ejercicio disminuye marcadores de proliferación (como Ki67) y modula factores de crecimiento y señalización extracelular relacionados con la angiogénesis.
Ejercicio en diferentes etapas del tratamiento.
- Prehabilitación antes de la cirugía
Los programas de ejercicio previos a la intervención reducen complicaciones, mejoran la función pulmonar y acortan la hospitalización. Incluso intervenciones breves de una semana pueden producir beneficios notables.
- Durante la quimioterapia
Ejercitarse durante la quimioterapia es seguro y ayuda a mantener la capacidad funcional, la masa muscular y el estado anímico. Además, reduce la disnea y el dolor.
- Rehabilitación después de la cirugía
Iniciar el ejercicio de forma temprana mejora la recuperación, reduce la fatiga y preserva la capacidad funcional. Los programas de 12 semanas ofrecen beneficios físicos y psicológicos significativos.
Conclusiones.
La evidencia es clara: el ejercicio debe considerarse una parte esencial del tratamiento del cáncer de pulmón. No solo mejora parámetros fisiológicos y síntomas relevantes, sino que también influye en mecanismos celulares e inmunológicos implicados en el desarrollo y progresión tumoral.
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